Las cifras detrás de Bukele: ¿ha mejorado la seguridad en El Salvador? ¿Y su economía?
- Leydi Villareal
- 21 jun 2023
- 4 Min. de lectura
Aunque los datos de criminalidad mejoran a niveles no vistos en décadas, persisten las dudas sobra su veracidad y sobre su impacto en la economía.

¿Cuál es el país más inseguro de Latinoamérica? Si nos hubiésemos hecho esta pregunta hace unos pocos años, casi todos habríamos coincidido en la misma respuesta: El Salvador.
Y hubiésemos acertado por completo... en 2015, la nación centroamericana alcanzó su pico de criminalidad en términos de homicidios internacionales, con más de 100 por cada 100.000 habitantes, lo que superaba ampliamente las cifras del resto de países de la región.
Pero, al día de hoy, la situación ha cambiado de manera muy considerable... El Salvador ya no es el país con más homicidios por habitante, ni está cerca de serlo.
El joven presidente, Nayib Bukele insiste en que ese país es ahora, nada más y menos, que el más seguro de su entorno.
“Como todos ustedes saben, El Salvador se ha convertido en el país más seguro de América Latina”, aseguraba a principios de año, siendo esta una de sus principales proclamas durante en 2023.
Pero ¿son verídicas las palabras del mandatario? Lo cierto es que no del todo, al menos si atendemos a los datos oficiales del 2022.
Según estos, El Salvador registró 7,8 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Muchos, muchísimos menos que 2015, pero esto no le convierte en el país más seguro, y es que otros, como Chile o Perú, cosecharon tasas aún más reducidas.
Además, la seguridad de un país debe medirse desde una perspectiva mucho más amplia que la de, simplemente el número de homicidios.
Como ejemplo, por la tasa de criminalidad total.. El Salvador aún continúa situándose entre las más altas del mundo.
En cualquier caso, si nos ceñimos a los homicidios intencionados , la situación ha mejorado.
Incluso de mantenerse la extraordinaria y positiva tendencia de los primeros meses del 2023, el país podría llegar a colocarse como el más seguro de todo el continente americano.
Y bien, ¿Cómo ha sido esto posible? En esencia, todo se debe a la dura política seguida Bukele-presidente...
Desde junio del 2019 contra las maras: organizaciones criminales que llevan décadas aterrorizando a la población salvadoreña y diputando al Estado el control total de la vida en sociedad.
El mandatario llegó al poder con una promesa clara: librar al país del poder de las maras y cumplirla. Se ha esmerado en darle la vuelta a la política de seguridad en el Salvador.
Poniendo todos los instrumentos legales, económicos policiales y militares a alcanzar la nueva prioridad máxima, que no es otra que atajar el crimen organizado.
Una muestra de esta estrategia podemos encontrarla en la nueva prisión creada por el gobierno salvadoreño, para encerrar a las decenas de miles de pandilleros que han sido arrestados en los últimos años.
Se trata del recién inaugurado Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), consideró como el centro penitenciario más grande del continente americano y con capacidad para 40.000 reclusos.
Así lo promocionaba Nayib Bukele en sus redes sociales, acompañado por un impactante video: “Trasladamos a los primeros 2,000 pandilleros al CECOT".
"Esta será su nueva casa, donde vivirán por décadas, mezclados, sin poder hacerle más daño a la población”, aseguraba Bukele.
En esencia, no puede negarse que la seguridad va a mejor en el Salvador. Pero ¿a qué precio? ¿Qué impacto ha tenido realmente Nayib Bukele en este fenómeno? ¿Son fiables los datos disponibles?.
En la gráfica inferior se aprecia la evolución de las tasas de homicidios en el Salvador en lo que llevamos de siglo.
La primera conclusión es clara: la probabilidad de ser asesinado en el país es muy alta.
Especialmente si se compara con la de naciones desarrolladas como España donde el índice de homicidios no llega a 1 por cada 100.000 habitantes.
Al mismo tiempo, se puede observar una clara caída de criminalidad en los años que Nayib Bukele lleva al mando del país desde 2019.
Sin embargo, continúa la misma tendencia a la baja iniciativa desde el pico de violencia del año 2015.
En cualquier caso, es cierto que los índices se han reducido por debajo de cualquier nivel experimentado en el siglo XXI.
En este contexto, cabe plantearse si está mejora a nivel de seguridad está teniendo traslación en El Mundo de la economía y las empresas.

La versión de Nayib Bukele es clara: su nación vuelve a ser libre, vuelve a estar abierta a los negocios, y está abierta a las negociaciones, y esta deseando recuperar su economía productiva.
La criptodivisa, convertida en moneda de curso legal en el Salvador, ha agudizado la inestabilidad financiera de la ya débil economía del país, qué ha llegado a situarse al borde de la quiebra.
En cualquier caso, Reusche indicó que la cautela de los inversores extranjeros puede mantenerse debido a los problemas de “gobernanza” en el país, así como a la falta de acceso al crédito.
Así, en general, considera que la deuda salvadoreña “sigue siendo estructuralmente muy débil”.

En la actualidad, El Salvador lucha por recuperarse consistentemente del impacto de la pandemia. Así, la caída del PIB del 8,2% en 2020 fue compensada por un repunte del 10,3% en el año 2021 y del 2,6% en el 2022.
En cuanto al 2023 y los próximos ejercicios, se prevé que el crecimiento anual no llegue al 2%, tasas positivas, pero probablemente insuficientes para lograr un genuino despegue de la economía salvadoreña.
Para lograr ese despegue , las autoridades de El Salvador no sólo requerirán de consolidar el clima de seguridad, sino emprender profundas reformas institucionales que aporten mayor certidumbre y seguridad jurídica a los ciudadanos e inversores internacionales.
En estos momentos, el índice de libertad Economía de Heritage relega a El Salvador a la posición 114 del mundo, con una puntuación que no ha dejado de caer desde la llegada de Nayib Bukele.
Además, suspende al país en aspectos como la salud de las cuentas públicas, la protección de los derechos de propiedad, la efectividad judicial o la integridad del gobierno.
¡Gracias!
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